jueves, 28 de abril de 2011

PAVOR



Mi madre siempre viene a buscarme a la salida del cole. Antes venía mi padre, pero ya no. Desde que se fue con esa chica. Mi padre no me traía bocadillos de casa, sino que compraba un bollo relleno de chocolate, o una palmera o cosas de esas en la tiendita de al lado de la puerta del cole. Un día empezó a venir con una chica que se iba en cuanto yo me acercaba. Mi padre no decía nada, pero yo le veía más contento, y como más joven.

Los demás chicos me preguntaban por esa chica. Roberto decía que estaba muy buena y no sé que más, porque yo no quería oírlo. Bueno, lo oía pero no le escuchaba. Los demás se reían, eso sí. Eso me daba igual, porque a mí me gusta reírme. Es lo que más me gusta del mundo. O casi.

Mi madre llega más tarde que mi padre. De las últimas. Al principio, no, pero ahora es de las últimas. Yo creo que es porque no quiere hablar con los otros padres y madres, que ella dice que los hay muy pesados y meticones. Lo de meticones no lo entendí y tuve que preguntar al profesor, que se extrañó un poco y me dijo que la palabra era un poco antigua, pero me dijo lo que era.

Hoy está lloviendo. El paraguas de mi padre nos tapaba a los dos muy bien porque era uno de propaganda, enorme , con el que no cabías en la acera cuando te encontrabas a otro con paraguas. El de mi madre es plegable, de colores, y tan pequeño que llegamos a casa con los brazos empapados.

Hace un rato que se han ido todos, y mi madre no ha venido todavía.

Pero sigo esperando.


28 de Abril de 2011

sábado, 9 de abril de 2011

HAMBRE




Llevas media vida causándome problemas. Y molestias sin cuento. Te odio y lo sabes .No soy capaz de recordar un solo día en el que no me resultases patético. Hijo mío, no sé ni porqué te llamo así. Es como un último insulto. El clavo que acaba de remachar la tumba, con un sonido que lo deja todo claro.

No eres capaz de comprenderme. No era de tu incumbencia. Ni cuando te pedí que me dejaras a mi suerte fuiste capaz de hacerme caso. Con lo poco que te hubiera costado dejarme tirada por las calles, a mis rollos, a mis cosas. Por fin y por una santa vez libre y olvidada de todos vosotros. Pero no, ni siquiera me dejasteis en paz. Supongo que por el qué dirán. Tú y tu padre me devolvisteis a esta vida inanimada, que sólo tiene sentido con vuestra presencia, claro. Y en la que no me sirve nada renegar de vosotros, porque siempre me tomáis en broma.

Como si estuviera loca. Como si no me empujarais cada día un poco más a ello.

Como si la risa fuera cosa del pasado. Y comprobase, poco a poco, que lo es.


9 de Abril de 2011

miércoles, 6 de abril de 2011

Precipitación





Sus ojos me miraban con ese brillo perpetuo que tanto llamaba la atención entre las profundas arrugas de su piel gastadísima. Otro detalle extraño en mi abuela era su rapidez en los gestos, y su suavidad. Recordaba a un gato. No a una gata. No tenía esa clase de reposo. Sobre todo de noche. La oscuridad le daba energía, decía, casi gritando. Y sus ojos llameaban como un faro en una isla lejana, pero a la vista.

“Nunca te acerques demasiado a nadie. Te asustarás.”

Me hizo apuntarlo en la hoja en blanco de un libro. Luego le pregunté por qué esa hoja estaba en blanco. Me dijo que para que escribiera en ellas. Pero que resistiera la tentación de hacerlo hasta que fuera inevitable. Y que no volviera a abrir el libro en años.

“Los tesoros han de ser secretos. Es la única manera de que no te los roben”

Esa frase no la apunté. Me hizo aprenderla de memoria. Luego me dijo que si la hacía caso, sería rica.

“Aunque nadie se dé cuenta “


6 de Abril de 2011
 
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