viernes, 24 de diciembre de 2010

El Cuento en Sí Mismo



A veces encuentro como un muro que me deja como mudo. No soy capaz de escribir nada. Pluff. Nada. Seco.

¿Y te pasa a menudo esa vaina?

Depende. Pero no sé de qué.

Igual es por la Navidad. Te ves obligado a ser más feliz. Y se te seca la inspiración.

Huy no empieces con eso de la inspiración. Yo no tengo de eso.

¿Y entonces cómo lo haces? ¿Metiendo horas y horas, hasta que te sale algo?

Pues no. Empiezo a escribir y… ya está.

No puede ser.

Así he escrito las trece novelas. Y los tres libros de relatos cortos. Tú mismo.

No es la primera vez que te lo oigo decir. Pero siempre he pensado que era mentira. Una chorrada para impresionar.

¿Te lo vas a creer ahora? Ahora que te he confesado que ya no me funciona…

No. Estás estudiando como reacciono para poder escribir sobre ello.


Cabronazo. Me conoces demasiado.



24 de Diciembre de 2010

lunes, 20 de diciembre de 2010

Los Valientes




“Pasad por las armas a todos esos ejecutivos. Y listos. Ya te lo digo yo.”

Pepe me recuerda a esos maestros de la escena, que pase lo que pase en el tablado, controlan la situación, porque ya se han visto muchas veces en las mismas. Hasta que ocurre algo que no les había pasado nunca, y entonces semejan un vagón de esos de las minas que se sale de los raíles, y no se adivina donde va a acabar la carga. Así veo a Pepe hoy.

“Ni mercados, ni hostias. Son los mismos rufianes de siempre. Te cuentan eso de la oferta, de la demanda, de la productividad y mil mandangas más. Si quieres oírles. Yo ya lo tengo claro, para oír estupideces me cojo la Biblia. O el Corán. Me da lo mismo. Ahora, que estos no vengan con pavadas, que estamos en el XXI”.

La verdad es que da un poco igual que Pepe esté dando voces. Nadie le oirá. Más escandalera ha estado metiendo el taladro, y no hemos tenido problemas. A mí no me importa que esté dando la murga, siempre que no se despiste, que por ahí no paso.

“Y luego se escandalizan de que a la gente se le vaya la pinza. No te jode. A cualquiera le podría pasar. A ver quien puede asegurar lo contrario”.


Pepe levanta la mano y se retira a un lado. Es mi turno. Veo que saca un cigarrillo. Le hago un gesto, añadiendo ‘nada de colillas, eh’. Me acerco a la puerta de la caja. Abrirla es un juego de niños, aunque cuesta trabajo.

Estas puertas blindadas pesan un montón.



20 de Diciembre de 2010

domingo, 19 de diciembre de 2010

Abrir la Caja de los Truenos




Tú que estás metida todo el día en Internet, ¿has leído el libro de ese alemán?

¿Cuál alemán? ¿ y qué tiene que ver Internet?

Pues hombre, que va de eso, creo. No me acuerdo del apellido, pero es un tal Dani, y el título es ‘Contra el viento del norte’.

Es Glattauer, Daniel Glattauer. Ha sacado hace poco la continuación, Siete olas, o algo del estilo.

Entonces.. ya sabes de qué va..

Sí, pero, oye, vamos a hacer un experimento. Dime lo que sabes de la historia, a ver en que coincidimos, ¿de acuerdo?

Pues… son todo e-mails. Un tío y una tía que se mandan e-mails. Se conocen por e-mail. Mejor dicho, no se conocen, sólo por los mensajes. Y se enamoran. Así, sin verse nunca, sin fotos ni nada. A mí me parece imposible, claro. Luego me puse a pensar que si ese tipo, el alemán, lo ha escrito, puede que se basara en alguna historia real. O igual le ha pasado a él mismo, ¿no?

Se te olvida decir que ella está casada. Como yo. Él no. ¿Por qué crees que es imposible que suceda? Que a alguien le haya pasado, quiero decir…

Imposible, imposible…no. Si te puedes obsesionar con un pavo que sueles ver en el metro, pues lo mismo.

Es justo todo lo contrario. Al chulito del metro le ves la cara, el culo. Pero no sabes ni como habla, ni como reacciona aparte de si le ves que se sujeta con reflejos en una sacudida del vagón. Y poco más. En el ordenador, sin embargo, ves como reacciona, como piensa, lees como siente. Te puedes identificar con una idea suya, o no. Sólo hay un problema.

¿Cuál?

Que todo eso, puede no ser de verdad.



19 de Diciembre de 2010

martes, 14 de diciembre de 2010

Risas en el Infierno




“Tienes que comprenderlo. Si la gente no se hace regalos, no consume, no compra la jodida comida de Navidad, el pavo, el besugo y todo el turrón que hacen en Jijona, todo se va a la mierda.”

Juanjo me mira a mí. ¿Por qué no les mira a los otros?. Supongo que piensa que es la que menos me creo su discurso. Varón, 43 años. Tiene una pequeña empresa. Una mensajería, franquiciada con un par de socios. Todos de su quinta, con el combo de familia-hipoteca incluido en el alma.

“A mí, la verdad es que todo el rollo me da bastante igual. Los críos, esos son los que lo pasan bien. Tienen las vacaciones, el parque infantil, tiran cohetes o petardos, se hinchan a dulces, y de remate, los regalos. Regalos que, además, eligen. Se lo pasan bien, que coño, que disfruten, que todavía pueden.”

Quiero decirle que la felicidad de los niños no justifica todo este despliegue. Que los niños vuelan solos muchas veces, y que otras sólo piden que estés a su lado justo cuando van a remontar el vuelo.

“Además, todo esto ya se está perdiendo. A marchas forzadas. La de gente que se pira por ahí, al extranjero, a esquiar. Me dirás que navidades son esas. Una ful.”


Pienso en la fortaleza mental y en la debilidad en general. En hormigas apenas conscientes de por qué trabajan y para qué. Alguien ha sacado una botella de cava y Juanjo nos va llenando las copas a todos.

Uno a uno.



14 de Diciembre de 2010

lunes, 13 de diciembre de 2010

El Despertador






Me regalaron ayer el cacharro.’ Es lo último’, me dijo mi compañera de trabajo. Lo mejor para despertarse. En lugar de un zumbido, o un timbre, o un beep , se enciende poco a poco una lámpara, y la luz te despierta poco a poco, dulcemente, sin ruido.

Y es así. He pasado del sueño a la vigilia casi sin darme cuenta. La luz me hace abrir los ojos. La luminosidad crece y crece. Intento apagar el aparato. No puedo mover un solo músculo. Al lado de mi cama, un pequeño sol me quema.

Vivo.


13 de Diciembre de 2010

viernes, 10 de diciembre de 2010

Materia Gris




“Me miro al espejo.

Hoy está peor que ayer.


No sé ya cuando empecé a fijarme. Tenía que haber apuntado la fecha en algún sitio. Ahora no puedo decir: hace veintisiete días y 6 horas. Al cuerno con las fechas. Primero pensé que tenía un leve hueco en una de mis mejillas. Supuse que se debía a la falta de una pieza dental, una muela, y quizá, a un inadvertido adelgazamiento.

También supuse que era una paranoia mía. Otra más. Una nueva. Destinada a aliviar el hastío de soportar las manías viejas. Cambiarlas por otra. Y seguir el rollo.

Unos días después, era imposible pasar por alto el agujero en mi rostro. Sin embargo, había algo más. Me pasé un buen rato delante del espejo. Abandoné el escrutinio. Tras un descanso volví a ponerme delante de mi imagen. Y lo vi. Mi ojo derecho parecía estar más bajo que el izquierdo. Corrí a por una cinta de medir y tomé medidas. Y las apunté en una libreta junto a su fecha.

Dos días después comprobé que las cifras diferían en un sentido. Mi ojo derecho cada vez estaba más bajo. La distancia de mi lagrimal respecto al centro de mi barbilla, disminuía. La cinta no mentía. Pero no hacía falta medir. Se veía a simple vista de mi ojo izquierdo, al que confiaba el escrutinio, temiendo que el derecho estuviera de alguna manera dañado.

Al día siguiente acudí al médico.”


- ¿dónde dices que encontraste esto?

Xenia se encoge de hombros y señala con la cabeza al bosque al mismo tiempo. Vuelvo al papel.

No hay nada más escrito en él.


10 de Diciembre de 2010

jueves, 9 de diciembre de 2010

El Pan de Todos los Días



Tu fantasma se pasea por ahí dando vueltas, con la pinta de siempre. Yo te veo. Y se que pretendes que me vuelva loca. “Cuando los Dioses quieren destruir a alguien, primero lo vuelven loco”. Cuantas veces me lo repetiste, cuantas. Pedazo de cabrón.


La habitación se calienta poco. Y eso que estoy con la calefacción a tope desde primera hora. Y con la música sin parar. Tengo que ir a hacer la compra, pero no tengo ganas. A la mierda.

Intento que mi cabeza esté ocupada todo el rato para escaparme de ti. Quien me lo hubiera dicho, a mí. Si me viera mi madre no se lo creería. Bueno, no, ya no se cree nada la pobre. Hace ya meses que no me reconoce cuando la visito en la residencia. A mí me da por pensar si pillaré también el Alzheimer, por mucho que diga el médico que no es hereditario. Como para fiarse.

Tú me metiste el miedo en el cuerpo, también. Con esa novela que me escribiste en la que recorrías toda mi vida. Decías que todo te lo inventabas, ya. Pero luego lo clavabas todo, como si fueras un jodido adivino del tarot de esos. No iba yo a que me echaran las cartas porque me cagaba viva de miedo , y luego ibas tú y escribes como perdía mi trabajo. Y luego lo de mi prima, que en paz esté. Y el internamiento de mi madre. Y cómo me dejabas por una tipa más lista. Más lista, pero menos guapa, cabronazo que la Mireia bonito sólo tiene el nombre.

Y mira que lo tenía fácil. Sólo tenía que haberte preguntado que es lo que tenía que hacer para olvidarme del todo de ti.

Seguro que hasta me lo hubieras dejado por escrito. Seguro.


9 de Diciembre de 2010
 
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