martes, 14 de diciembre de 2010

Risas en el Infierno




“Tienes que comprenderlo. Si la gente no se hace regalos, no consume, no compra la jodida comida de Navidad, el pavo, el besugo y todo el turrón que hacen en Jijona, todo se va a la mierda.”

Juanjo me mira a mí. ¿Por qué no les mira a los otros?. Supongo que piensa que es la que menos me creo su discurso. Varón, 43 años. Tiene una pequeña empresa. Una mensajería, franquiciada con un par de socios. Todos de su quinta, con el combo de familia-hipoteca incluido en el alma.

“A mí, la verdad es que todo el rollo me da bastante igual. Los críos, esos son los que lo pasan bien. Tienen las vacaciones, el parque infantil, tiran cohetes o petardos, se hinchan a dulces, y de remate, los regalos. Regalos que, además, eligen. Se lo pasan bien, que coño, que disfruten, que todavía pueden.”

Quiero decirle que la felicidad de los niños no justifica todo este despliegue. Que los niños vuelan solos muchas veces, y que otras sólo piden que estés a su lado justo cuando van a remontar el vuelo.

“Además, todo esto ya se está perdiendo. A marchas forzadas. La de gente que se pira por ahí, al extranjero, a esquiar. Me dirás que navidades son esas. Una ful.”


Pienso en la fortaleza mental y en la debilidad en general. En hormigas apenas conscientes de por qué trabajan y para qué. Alguien ha sacado una botella de cava y Juanjo nos va llenando las copas a todos.

Uno a uno.



14 de Diciembre de 2010

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