lunes, 20 de diciembre de 2010

Los Valientes




“Pasad por las armas a todos esos ejecutivos. Y listos. Ya te lo digo yo.”

Pepe me recuerda a esos maestros de la escena, que pase lo que pase en el tablado, controlan la situación, porque ya se han visto muchas veces en las mismas. Hasta que ocurre algo que no les había pasado nunca, y entonces semejan un vagón de esos de las minas que se sale de los raíles, y no se adivina donde va a acabar la carga. Así veo a Pepe hoy.

“Ni mercados, ni hostias. Son los mismos rufianes de siempre. Te cuentan eso de la oferta, de la demanda, de la productividad y mil mandangas más. Si quieres oírles. Yo ya lo tengo claro, para oír estupideces me cojo la Biblia. O el Corán. Me da lo mismo. Ahora, que estos no vengan con pavadas, que estamos en el XXI”.

La verdad es que da un poco igual que Pepe esté dando voces. Nadie le oirá. Más escandalera ha estado metiendo el taladro, y no hemos tenido problemas. A mí no me importa que esté dando la murga, siempre que no se despiste, que por ahí no paso.

“Y luego se escandalizan de que a la gente se le vaya la pinza. No te jode. A cualquiera le podría pasar. A ver quien puede asegurar lo contrario”.


Pepe levanta la mano y se retira a un lado. Es mi turno. Veo que saca un cigarrillo. Le hago un gesto, añadiendo ‘nada de colillas, eh’. Me acerco a la puerta de la caja. Abrirla es un juego de niños, aunque cuesta trabajo.

Estas puertas blindadas pesan un montón.



20 de Diciembre de 2010

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