viernes, 28 de enero de 2011

La Competencia




Miro a mi alrededor. Cano está situando sus obras. Antes le he visto cargando con no menos de 5 lienzos. Al óleo. Que es lo que le gusta a Cano. Cuantas veces le he visto despreciando el acrílico con un ostensible balanceo de la cabeza. No hay quien le convenza. Pero no es sólo los materiales donde es un apegado, qué va. Insiste en el trazo realista, casi hiperrealista. Así se tira tanto con cada cuadro, el muy pesado. Además se cree que está por encima de los demás, como si el resto hiciéramos mierdas. Seguro.

He encontrado una zona buena para colgar los míos. Muchos me dicen que eso no son cuadros. Que ni siquiera es pintura. Que sabrán. Acaso se creen que por utilizar material de reciclado no puedo componer obras tan bellas como las de cualquiera. Que más da que utilice trozos de cable eléctrico, corchos de botellas, tapas de plástico o cualquier porquería que encuentro en la basura. Decirme si éste, por ejemplo, ‘lamento de un amanecer’ no es una maravilla que cada vez que lo miro se me encoge el corazón un poquito. Aunque huela un poco como a queso caducado. Tampoco las obras de arte son perfectas.

Me doy la vuelta y Cano está detrás de mí. Mira a ‘lamento’ apenas un segundo y se va meneando la cabeza de vuelta a la pared donde tiene colocados los suyos. Camina más feo, el pobre sobre sus cuatro extremidades. En la puerta ha aparecido Jena, una de las cuidadoras. Cano la ve y da un volatín.

Encima es un pelota.


28 de Enero de 2011

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