jueves, 4 de noviembre de 2010

bEst sEller (2)




Una taza humeante. La miro como un tonto. Francisca está todavía en la cama. Yo me levanto cada vez más temprano, pero no duermo menos, porque me voy a dormir pronto, mientras ella se queda viendo la tele o chateando en el ordenador con su hermana, o vete a saber con quién. Prefiero no saberlo. Ayer llamó Ramón y dijo que se iba a pasar hoy con su novia, que debe de ser de Valencia, o de por ahí cerca. Que llegará para comer. A un hijo se le da de comer siempre. Es como una costumbre que debe de venir de cuando éramos unos primates. Supongo.

Salgo a la puerta y recojo el buzón. Tengo la manía de mirarlo con un día de retraso. Otra más, según Francisca. Un día me dijo a ver si era porque pensaba que si había una carta-bomba con un mecanismo de relojería, explotaría en el buzón. Le dije que era una absurdez, pero por dentro me sorprendió el que hubiera llegado ella solita a esa conclusión. Pensé incluso, que lo habría comentado por Internet y alguien se lo habría sugerido. Lo dejé correr en ese punto.


El buzón es bastante grande. Lo tuve que cambiar desde que los buzoneadores de publicidad empezaron a subir a Montemolino y a atascarlo completamente con los folletos de los hipers. Hoy saqué tres mini-catálogos y uno grande del nuevo Ikea de Castellón. Además había una carta del Colegio de Forenses, una factura del fontanero y una carta normal con mi nombre, Jacinto Cabrales, bien escrito a mano. Sin remitente.

Entre en casa y tiré toda la publi a la basura menos el catálogo de Ikea. Me senté en la mesa de la cocina. Empecé a abrir las cartas al tiempo que entraba Francisca. Musitó un ‘ ..días’ y cogió el tocho de Ikea. Se sentó a la mesa hojeándolo con detenimiento. Como de costumbre, no desayunó. Yo abrí la última carta, la extraña. Hacía mucho que no recibía correo personal, aparte de las felicitaciones navideñas, cada año más escasas.

Dentro una cuartilla escrita a mano con rotulador, en mayúsculas. Lo leí una vez, para mí. Tras unos segundos de vacilación, lo volví a leer en voz alta:

DUERME CONMIGO

PERO NO ME SUEÑES QUE

PUEDE SER REAL.

4 de Noviembre de 2010

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