domingo, 7 de noviembre de 2010

bEst sEller ( y 6)




Los chicos se fueron bastante pronto. Utilicé todo el tiempo de la cena para convencer a Francisca de que me acompañara. En realidad, no se negaba. No decía nada, ni si ni no. Seguí insistiendo hasta la medianoche, cuando Francisca empezó a poner pegas. Que si la carretera del Parque Natural tenía demasiadas curvas, que si se marearía. Pero yo sabía que esa respuesta era lo mismo que ver a un pez dar bocanadas fuera del agua. Cosa hecha.

Efectivamente, por la mañana, nada más levantarse, preguntó a qué hora íbamos a salir. Salimos poco antes de las diez, antes de que subiese mucho la temperatura. Francisca tenía, otra vez, razón: había muchas curvas, pero el camino se me hizo muy corto. Llegamos a Vilafamés antes de darme casi cuenta. Paramos en el arcén y consultamos un papel que había dibujado Francisca, copiando a ojo el mapa del Google Maps. Francisca dibujaba muy bien y enseguida nos aclaramos. Faltaba poca cosa, menos de un kilómetro.

Cogimos la pista forestal marcada en el dibujo. No se veía nada. Se me vino a la cabeza que no sabía que era lo que tenía que ver. Ni el anuncio ni la carta anticipaban nada en concreto. Francisca parecía aburrida. Paramos en el punto aproximado, más o menos. Había un pequeño claro al lado del camino. Un claro no muy grande entre los pinos. El silencio era casi absoluto. En el momento en que estoy abriendo la puerta noto que Francisca me da un toque en el hombro y me señala un punto en el borde del bosque. Se veía a un tipo sentado en una silla de playa. Parecía estar sentado tranquilamente, esperando. Francisca me dijo que fuéramos donde él, a ver que era todo aquello.

Nos acercamos lentamente. El tipo llevaba una gorra de béisbol, gafas de sol y ropa oscura. Y sonreía. Esto me sorprendió, pero pensé que quizás me conocía y era todo una especie de broma. Se lo pregunté directamente, que si me conocía. Negó con la cabeza. Pero añadió, “a la que conozco es a Francisca”.

Lo dijo mientras sacaba un revólver de la parte trasera de la silla. Me apuntó calmosamente.

Y disparó.

7 de Noviembre de 2010

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