sábado, 16 de octubre de 2010

Añademe (1)



No tenemos honestidad alguna. Unos sinvergüenzas natos. Mi madre siempre decía que todos los sinvergüenzas son simpáticos. De eso se trata.

La habitación está llena de animales disecados. Aquí no reza lo de en casa del herrero cuchara de palo. La casa es de Jesús, taxidermista medio aficionado. Es un decir porque los animales que tiene parecen de verdad. Quiero decir, que parece que están vivos .Tiene un montón. A mí me dan mal rollo.

Estamos esperando a Enrique. Con el que mejor me llevo. Y no sé porque. Es un bala perdida. Claro que igual es por eso. Con él siempre tienes un montón de cosas a las que agarrarte si tienes que meterte con él. Como que le tienes pillado por los huevos en caso de necesidad. El resto del tiempo la verdad es que da un poco de miedo. Por lo de si se descontrola.

Aparece por la puerta la madre de Jesús. No se entera de la misa la media. Creo que tiene Alzheimer , o algo parecido, desde hace ya bastantes años. No empeora, o al menos yo la veo siempre parecido. Y a mí me deja en paz. Lo que es un alivio porque a Enrique le pone la cabeza como un bombo. Ya no sabe que hacer para quitársela de encima. Una vez me dijo que igual se venía con una fulana a ver si así se cortaba la señora. Le dije que era una tontería probarlo. Menos mal que me hizo caso.

Aparece Jesús y se lleva a la vieja. Acto seguido entra Enrique. Justo a tiempo. Así me gusta a mí. Que todo encaje en su sitio.


Como un mecanismo.


15 de Octubre de 2010

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