sábado, 30 de octubre de 2010

Experimentos Científicos



Lola me mira desde abajo, arrodillada. Está recogiendo los pedazos rotos de mi memoria.

Me interrumpe: ¿qué es eso de pedazos de memoria?, te lo acabas de inventar, además yo no estoy arrodillada, que te estoy acariciando la espalda, cacho de cabrito.

Y con un gesto brusco, se aparta de mi lado y se sienta en cuclillas frente al fuego del hogar. De espaldas a mí.

Empiezo otra vez. Lola se desnuda lentamente y se sienta a medio metro de las llamas con las piernas separadas.

Pero…. Lola se acerca y me suelta una buena colleja tras leer lo escrito. “En pelotas delante del fuego, ya, ya, ni lo sueñes, chavalito”. “Bueno, sueña lo que te de la gana, pero a mí déjame en paz”. Dicho lo cual, abandona el salón después de coger al vuelo una revista de encima de la mesa.

Lola llora delante del fuego. Hunde la cabeza en su pecho y permanece un largo rato inmóvil, etérea, mientras el calor traspasa su carne como una ola silenciosa.

Vuelve partiéndose de risa, mientras me muestra una viñeta de Forges de la revista, como la causa de su risa. No puedo evitar echar un vistazo porque me la arroja encima del teclado. El chiste es bueno. Me giro hacia Lola. Ella está leyendo la pantalla. Chasquea la lengua y dice: ¡ya lo entiendo!

Ella se levanta y se acerca a un armario. Abre un cajón y extrae una pistola. Pone el cañón sobre su pecho, la amartilla y sin un instante de vacilación, aprieta el gatillo. Un segundo después se desploma.

Lola me dice por encima del hombro, mientras saca una manzana del bolsillo de la bata: no hace falta que seas tan rebuscado, si quieres que cortemos, ¡dilo directamente!

Y, con suma lentitud, le da un mordisco a la manzana.

30 de Octubre de 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
Free counter and web stats