lunes, 25 de octubre de 2010

Fantasias Animadas




Llevábamos toda la mañana el fotógrafo y yo en su casa. Fotos en su despacho, fotos en su biblioteca. Fotos con sus perritos en el jardín. Charlie, había sugerido hacerle fotos con su Jaguar clásico en el garaje, pero ahí me planté yo y dije que nones. Él pareció disgustado, pero cedió por completo en cuanto apunté que esa foto era como de nuevos ricos.

Él me miraba de reojo. Al escote, supongo. Como una fiera poderosa que otea a la pieza que ha entrado en su territorio. Nada más advertirlo racioné mis sonrisas y me entretuve cogiendo notas al azar. En realidad, no las cogía, lo simulaba. Al fin y al cabo, aquella casa no tenía nada en especial. Era la casa que esperaba encontrar. Igualita a como me la imaginaba, y por tanto podía describirla en cualquier momento, ahora y después.

Charlie estaba acabando. Abrió su portátil y anunció que en unos momentos podríamos ver las fotos en la pantalla, después de descargar las tarjetas de memoria. Él dijo que las vería al final y se me acercó con una sonrisa. A la vez declaraba que ya era todo suyo, o algo similar. Yo saqué mi lista de preguntas preparadas.

Tal y como esperaba respondía a las cuestiones una tras otra con toda precisión. Respuestas grises, convencionales a más no poder. Fruncía el ceño ligeramente ante las preguntas personales, como queriéndome reprender por meter las narices donde no debía, para a continuación contestarlas largamente. Pero sin vida, sin chispa, sin talento. La verdad es que estaba empezando a preocuparme. No podía adivinarse en modo alguno al autor de obras tan desternillantes como irreverentes. Y cada vez miraba más a mi escote.

Mi lista se agotaba. Sólo quedaban cuatro preguntas. Decidí improvisar. Hacer una nueva pregunta. Como el que dispara al aire. Le pregunté cuál era la pregunta que más le molestaba que le hiciesen …sus lectores. Le había pillado. Tras unos instantes de vacilación declaró que si que había una cosa que le molestaba. Que le preguntaran que ocurría con determinados personajes de sus novelas, después del final de éstas.

Y yo siempre les digo:’ y yo qué sé..’ , a veces añado que me importa un carajo.

Sonreí encantada. El disparo había alcanzado a alguien en el cielo. Y ya tenía un titular.

25 de Octubre de 2010

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