sábado, 2 de octubre de 2010

Pequeñas Grandezas



Por que, claro, a esa gente no la conoces de nada, en realidad

Ramón le pega un viaje a la caña. Por la marca que queda en el vaso, como los anillos de un árbol, le calculo que se ha trasegado un cuarto de litro. Ramón llama al camarero y le pide otra, mientras hace el gesto de si me apetece otra.

Lo que pasa con la gente es que es muy mentirosa. Y con el ordenador se lo pones a huevo. Joder, si hasta yo podría hacerme pasar por el Richard Gere ese..

Ramón remueve sus muchas arrobas de carne sobre la escueta silla de la terraza, cambiando de postura. De paso, coge una aceituna del platillo y la devora en un pestañeo.

¿Que alguien me pide una foto?, pues que cojones, la pongo. Mira tú, si es dar un par de clicks.

Pasan un par de chicas de menos de veinte. Ramón detiene su perorata y las examina de arriba abajo. Las devora de abajo a arriba. Cuando las chicas están fuera del campo visual, Ramón coge otra aceituna. Y la devora.

Chico no sé como la gente se puede fiar de lo que le dicen por la pantalla. No lo entiendo.

Suena una musiquilla. Es el móvil del Ramón. Le oigo decir que todavía tiene para un rato. Que ya llamará él cuando haya acabado. Que sin falta. Vuelve a repetirlo todo una vez. Y otra vez más, casi por completo. Apaga el móvil con un gesto de fastidio enorme, al tiempo que suelta en baja voz un ‘a tomar por culo’ que no parece dirigido a nadie.

Pues eso, que como te vas a fiar de alguien que no ves .. ¿Tú te fiarías de mí en Internet?

Sonriendo, le digo que no. Tomo mi caña y le doy un sorbo. Y sigo sonriendo.

2 de Octubre de 2010

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