jueves, 30 de septiembre de 2010

Respiro



Ud. está aquí.


El cartel de información lo dice bien claro. Estoy dentro de un enorme parque comercial. Buena información, pero ya lo sabía. Gracias, de nada. La educación lo primero.

Pasa un crío de pocos años. En su manita lleva la inevitable bolsa de gusanitos, o lo que sea. Los come con fiereza, sin atisbo de una mínima sonrisa. De repente se detiene y me ofrece uno. Dudo en cogerlo. No quiero que me tomen por lo que no soy. Pero vete a saber si es que lo aparento.

Tengo que salir de aquí. La musiquilla ésta me marea lentamente. Vuelvo a mirar el cartel de información. Ya lo tengo, es por la derecha. Un minuto más tarde estoy apoyándome en una farola del parking. Como si me hubiese dado un síncope basal, pero estoy perfectamente.

Observo a la gente. Todo el mundo carga los automóviles con las compras muy lentamente. Como si les diera lástima tener que abandonar el lugar. Y esperar una semana entera a volver. Unas 160 horas, que a éstas personas les debe de resultar angustiosas. Terrible.

Miro a derecha y a izquierda buscando un pasillo lo más central posible entre las filas de coches. Tras un rato, decido que el pasillo L 3 es el más adecuado. Empiezo a andar por uno de sus extremos. En el bolsillo de la chamarra tengo las llaves que he encontrado hace 10 minutos tiradas en una esquina del hiper. Con mi pulgar pulso continuamente el botón de apertura. Giro la cabeza a derecha e izquierda esperando ver parpadear los intermitentes de algún coche.

Cruzo dos veces la explanada por distintos pasillos. Al empezar el tercer pasillo un todoterreno enorme responde a la llamada de la llave. Me paro y vuelvo a pulsar el botón para confirmarlo. El coche me responde obediente. Abro la puerta del conductor. El interior exhibe un lujo asiático, de esos que dicen full equipe. Lo contemplo durante un par de minutos. Pienso en la clase de tipo que debe de ser el dueño. Pero sólo puedo estar seguro de una cosa.

Es despistado.

Con un suspiro dejo las llaves encima del asiento, cierro la puerta y me voy.

30 de Septiembre de 2010

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