viernes, 10 de septiembre de 2010

La vida a veces ( y 3)


Me levanto a la hora de siempre. Me pongo la ropa de correr y salgo a trotar por el parque de al lado de casa. Tres cuartos de hora después, vuelvo a casa como siempre. Media hora más tarde me voy de casa como de costumbre.



Sólo que esta vez no cojo mi coche que está aparcado donde la cafeta y me acerco a la parada del bus. No conozco a ninguno de los que esperan. Espero que el sentimiento sea recíproco.



Después de un par de trasbordos me bajo en la parada de un polígono industrial. En un cercano parking veo la furgoneta que suelen utilizar los chicos.



Es lo último que recuerdo.



Ahora estoy en la cama de ésta habitación de hospital. O de clínica, que no sé muy bien en que se diferencian.



No puedo hablar porque tengo un tubo metido por la garganta. También noto cosas en los brazos y en más sitios del cuerpo. No sé que son porque no puedo moverme para verlas. Me extraña una cosa. No siento dolor. Apenas nada. Tampoco veo a nadie. La habitación parece vacía. Al de un rato el aburrimiento me hace cerrar los ojos y caigo en un extraño sueño como nunca he tenido.



Cuando vuelvo a abrir los ojos puedo ver más gente en la habitación. Dos tíos de frente y una chica de espaldas. No hace falta que ella se de la vuelta.



Su culo es inconfundible.



9 de Septiembre 2010

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