martes, 21 de septiembre de 2010

Exploraciones


Mira ésta foto. Cuéntame que te dice.



Nada. Unos palos sobre el agua. Unos putos maderos sobre el agua. No veo nada. ¿Qué tenía que ver?




Hans me grita. Son dos gruñidos seguidos. La señal convenida para que le asegure. Hans espera que tenga la cuerda tensada mientras sube los 15 metros de desnivel hasta la reunión donde le espero. El paso es jodido. Hace dos minutos estaba yo ahí pasándolo mal, mientras Hans tensaba la cuerda cada pocos segundos, preparado por si me caía. Ahora es él el que lo está pasando mal. En el peor punto, resbala un par de veces sin consecuencias. Hasta la tercera que va la vencida y cae. Hans cuelga de la cuerda que he bloqueado a tiempo, después de golpearse un par de veces con la pared, no demasiado fuerte, así que espero que esté bien. Es lo primero que le pregunto. Dice que sí. Bueno, antes ha echado un par de maldiciones. Después se vuelve a sujetar a la pared y vuelve a intentarlo. No nos queda otra.



Cuatro horas más tarde estamos en la tienda, calentando el agua con el hornillo de gas. Mientras espero que hierva, le pregunto a Hans porqué escala. Es algo que nunca, nunca le he preguntado a un escalador, porque para un escalador es una obviedad. Pero no lo es en el caso de Hans. No tiene pinta de escalador, ni los pequeños hábitos automáticos que cualquiera reconocería. En lugar de eso, Hans tiene enormes cicatrices en su cara.



Me responde con rodeos. Primero dice que le gusta, para acabar confesando que no le gusta. Yo me encojo de hombros decidiendo que me da lo mismo. Empiezo a hablar de tías, mencionando a una de las excursionistas que habíamos visto por la mañana, al pie de la pared. Pero Hans no me hace caso y tiene pinta de estar pensando en algo. De pronto me dice que me lo va a contar todo. Hans me dice que viene de parte de un tal Ram , o algo así. Cuando le respondo que no sé de quién habla, él no me hace caso. Me dice que en la pared, mientras estaba colgado ha tenido una especie de revelación, por lo que puedo entender. Se remanga una de las perneras del pantalón y saca una funda de neopreno. De dentro de la funda saca una pistola pequeñita, muy plana, que yo no había visto ni en las películas. Se levanta, sale de la tienda y tira pistola y funda al vacío. Luego me dice que no se le ha caído ahora, sino antes, cuando se ha golpeado contra la pared. Me pregunta si le he entendido. Yo le respondo que sí. Ya no volveré a cruzar ninguna otra palabra con Hans.





¿Eso es lo que ves mirando ésta foto? Ya, tengo una mente terrenal, ¿no? Yo sólo veo unas maderas en el agua. Por más que mire del derecho o del revés. Igual es que no quiero ver nada. Igual..





21 de Septiembre de 2010

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
Free counter and web stats