viernes, 10 de septiembre de 2010

Advertencias sobre la muerte (2)


Cómo de costumbre, no me ha cogido el teléfono. Y el móvil lo tiene desconectado, claro. Puedo llamar a Albert y decirle que me ponga con él. Que sé que están juntos ahora mismo. Pero, no, mejor no le meto en canciones al bueno de Albert. Igual luego, más tarde, le doy un toque.



El tío este todavía está en la cama. No sé si decirle que me voy a comprar el pan, o dejarle durmiendo. Igual se está haciendo el dormido, porque le gusta que le miren mientras está desnudo. Qué cabrito. Seguro que sí.



En la calle me cruzo con la tipa aquélla, la de la fiesta con los boys. Me suele echar unas miraditas de cuidado. Yo, cómo si nada. De hecho, casi no me acuerdo de lo que pasó. Todo por hacerle caso a la lianta de Paula, eso sí.



Qué bien, mira quién está en la caja de la tienda. No sé cómo se llama. Me come viva con los ojos. De lo más exagerado. Pero no dice ni mu. Bueno, lo de los buenos días, el cambio, adiós y todo eso. Pero no se atreve a más. De momento.



No sé si llamar a Albert , ahora desde la calle, o esperar un poco más. Lo malo es que no sé que voy a hablar con Albert si él no quiere ponerse al teléfono. Quedaría como una puta perra apaleada. Bueno.. la verdad es que quien no se ha sentido así alguna vez. Quién.





6 Septiembre 2010


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