jueves, 21 de octubre de 2010

Si tú te vas




Cada vez que me miro en el espejo me veo más gordo. Curioso que nadie me lo diga. A la cara, digo, porque por detrás, seguro que se descojonan.

Hoy viene Charo con la niña. Menos mal que no trae al mayor. Es un cabrón con pintas. Pero tiene clase de baloncesto y seguido no sé que puñetas más. Los martes miércoles y jueves. Y hoy, miércoles nos salvamos del pequeño bestia. Charo dice que no puede con él. Tenía que habérmelo dejado una semanita conmigo. Pero no ahora, que ya está muy toreado, sino hace años. Salía de casa más fino que un flan de huevo. Siempre que se lo digo a Charo se me ríe a la cara. No se reía tanto cuando estaba conmigo. Bueno, sí, pero de distinta forma. Ya casi no pienso en aquello.

Pongo a Bowie en el equipo. Ashes to Ashes. De vez en cuando me acuerdo de esta canción, tan extraña como buenísima. ¿La ha palmao Bowie? , igual no, pero me suena que tuvo un achuchón gordo. La patata, creo. Y es que los dinosaurios, duran y duran. Hasta que les llega la horita, no más.


Veo en la tele que entrevistan a dos tíos. No les oigo por la música, pero observo al que no está hablando. Sus ojos giran en círculos. Como si lo de la tele y la entrevista le importasen un comino. O es que lo que dice su compañero de fatigas le importa un comino o dos. O simplemente está aburrido de haberlo escuchado muchas veces. En todo caso me interesa. Muchísimo. Desgraciadamente, es una entrevista de ésas con una duración máxima de 30 segundos. No más porque la ‘audiencia’ se cansa. Dicen. Una forma como otra cualquiera de decir que la audiencia es retrasada. Así, en conjunto.

Se supone.

Me miro otra vez en el espejo. Bueno, ahora me veo mejor. En realidad yo creo que los demás también me ven mejor. Desde el día después al que me tocó la lotería. 4,7 millones de euros.

Una mejora visual definitiva.

21 de Octubre de 2010

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